martes, 14 de mayo de 2013

El Wertdugo de la Educación pública.

Bajo la música para dedicarme en cuerpo y teclas a esta entrada. No quiero que el tema a tratar perezca entre mis entradas como cualquier otra corriente y mondante birría.

Ayer pasé horas y horas escuchando diferentes debates políticos que tenían como foco de atención la suma degradación que está sufriendo la educación en España, por si en la última década ésta de por sí no hubiera sido suficiente.

Ha aparecido como bien le tildaba Pablo Iglesias el "Cid Campeador" del siglo XXI, ansioso por dejar su huella en la valiente chapuza en la que con tanto ahínco trabaja el gobierno de Mariano Rajoy. El ministro de Educacion, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, quiere dejar esta perla como nuevo modelo educativo.
No me voy a molestar en criticarla porque creo que a estas alturas las masas de manifestantes aunados todos a una, provenientes de las diferentes esferas educativas, hablan por si solas. El descontento entre alumnado y profesores es más que palpable. Aunque, tal vez, y sólo tal vez, este descontento podría ser aun más palpable, pero tiempo al tiempo. Déjemos que el juicio crítico de todos los españoles se tome su tiempo para despertarse y desperezarse agusto. Espero que cuando todas las conciencias se hayan puesto en pie no sea demasiado tarde.

Realmente eso es lo que más me preocupa, que sea demasiado tarde.
Me preocupa que surta efecto el adoctrinamiento al que quieren someter a las nuevas generaciones; las que muy probablemente, si dejamos que las cosas sigan este cauce quasifascista, se vean sumisas a aceptar cualquier reforma que se les imponga; ya que, seguramente desconocerán las bases de las mismas y  las perversas connotaciones que enmascara dicho término. No sólo una re-forma, sino, una trans-formación de lo que mi mimada generación ha vivido hasta ahora.

Ellos, sí, ellos, los de arriba, mientras tanto siguen enredando los hilos para confundir aun más al personal, y con títeres como el señor el señor Alfonso Rojo, se dedican a espolvorear sus confundidas ideas.
Con referencia a la intervención en el minuto 30 del debate que tuvo lugar en la Sexta, quiero comentar el fabuloso e hipotético caso en el que se respaldan para acabar con la educación en la lengua catalana:
Nada más y nada menos que otra pobre niña de Rajoy que llega a Cataluña y pierde sus estudios porque no puede hablar catalán. Es también digno de aplauso el cómico contexto en el que dicha emigración tiene lugar. Pues, resulta que el padre de la criatura, un mécanico que no encuentra trabajo en Madrid, se ve obligado a transladarse a Badalona, donde la tasa de desempleo, que nuestro querido gobierno iba a paliar, es del 24.53%. ¿Qué decir?
 Mi más sincera enhorabuena a todos los sesudos y concienciados peperos y derechistas que alberga España. Sobretodo, al obrero que aplaudió la llegada al poder del Partido Popular.
¡Olé, olé y olé!

viernes, 10 de mayo de 2013

La noche que me robaron la vida, sin avisar.


Ayer soñé que se escapaba la vida, sin poder vivirla, sin poder tocarla.
Soñé que era un mero espectador de la función que se desarrollaba.
Y que contemplaba desde la platea cómo, de la forma más tonta, yo me había ido
y ellos seguían con sus vidas en la que yo ya nunca más estaría.
Nunca.
Y ellos seguían ahí, como si tal cosa.
Viviendo sin más.
Sin disfrutar apenas.
Sin reflexionar ni por un momento la magnificencia de estar vivo.
Yo tenía voz. Voz para contarles el dolor de mi propia ausencia.
Lo absurdo que resultaba todo desde fuera,
cómo era posible que el más ridículo problema podía amargarnos la existencia.
Pero no lo entendían. Ellos me escuchaban y simplemente se compadecían de mi.
Y se apenaban por no poder volver a estrecharme entre sus brazos.
A la vez que se complacían porque en el pasado ya lo hicieron
y lo guardaban en algún lugar del tapiz de su memoria.
Pero, ¿qué más da recordarlo si nunca más vas a poder vivirlo de nuevo?
Ellos no lo entendían.

Me levanté angustiada, llena de miedo y sudando.

Ayer soñé que no volvía,
ayer soñé que me moría.